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Publicado en la ed. impresa: Cultura
Sábado 13 de noviembre de 2004
La fiesta del libro
La lectura que contagió
a todo el país
Más de 620.000 chicos se sumaron a la convocatoria nacional que promovió la Fundación Leer
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Las escuelas y plazas se convirtieron en verdaderas bibliotecas
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En Tucumán la jornada se vivió con entusiasmo
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La experiencia se repitió en 720 localidades
FAMAILLA,
Tucumán.- La plaza de esta ciudad, tristemente célebre por haber sido asentamiento de la guerrilla en la década del 70 y por
los casos de niños muertos por desnutrición hace menos de dos años, cambió ayer su rostro.
Unos 1000 chicos con sus
uniformes escolares, de 5 a 17 años, ocuparon los bancos, los escalones y toda superficie sobre la que se pudieron sentar
para leer, leer y leer.
Eso fue lo único que hicieron durante casi tres horas. Porque era la consigna a la que adhirieron
las autoridades de las diez escuelas a las que ellos concurren en esta ciudad, a 30 kilómetros de la capital tucumana.
Como
ellos, más de 620.000 alumnos de 2500 escuelas, centros comunitarios y hospitales en 729 localidades de todo el país, incluida
la Antártida, participaron de la II Maratón Nacional de Lectura, que con su red de voluntarios organizó la Fundación Leer.
La conducta de los chicos asombró hasta a sus propios docentes, que los prepararon para la ocasión con charlas y experiencias
previas de lectura comunitaria.
Cada banderín, un libro
Cada vez que terminaban un libro, los chicos
corrían a devolverlo a unas mesas donde se registraban todos los movimientos y a pedir otro. En tanto, se aseguraban de que
uno de los numerosos voluntarios que coordinaba la actividad escribiera su nombre en un banderín y lo llevara al centro de
la plaza.
Allí siete mástiles desnudos de unos 15 metros cada uno fueron enarbolando un banderín por cada texto terminado.
Para el mediodía, cuando se dio por finalizada la maratón, los mástiles no habían alcanzado para expresar la avidez lectora
de los participantes y se improvisaron cintas para el último centenar de los originales medidores de lectura.
"La
vista me quedó un poco cansada porque cada tanto salía el sol y me molestaba", contó a LA NACION Romina Fernández, de 15 años,
alumna del Instituto Mercedes Pacheco, quien leyó "Pocopan" en voz alta, para ella y su amiga Rocío Martínez, desde las 9.30
hasta las 11. "Pude comprender y valorar todo lo que tengo gracias a las palabras de este cuento que leí", dijo Franco Grande,
de tercer grado, después de leer "El caballero de la armadura oxidada".
A casi 40 kilómetros de Famaillá, en la pequeña
localidad de Marapa, los 250 alumnos de primero a sexto grado de la Escuela N° 26 participaban también de lo que denominaron
la "fiesta de la lectura".
En una larga mesa que recorría 30 metros del hall del establecimiento, en vez de bocadillos
se "servían" atractivos libritos de cuentos. Alumnos, docentes y padres, sentados alrededor del "banquete", elegían según
sus gustos y leían solos o en grupitos.
"¿Querés que te lea?", preguntó a esta cronista Ezequiel Rearte, de 10 años,
con "Manuelita, ¿dónde vas?" en la mano. Se sentó derecho, miró primero la ilustración con la que comenzaba el cuento y, muy
despacito, comenzó a deletrear.
"Hay muchos chicos con problemas graves de lecto-escritura", dijo Cecilia Hael de
Castells, directora de la escuela. "Pero ahora son menos que hace cuatro años, cuando comenzamos con campañas para promover
la lectura. Ahora nuestros chicos saben hablar frente a otros, leen para otros, dirigen actos", explicó.
Enriqueta,
una de las madres que participó de la maratón con sus hijos Víctor y Néstor, coincidió en el cambio positivo provocado por
estas actividades. "Hasta el año pasado, a Néstor, que ahora tiene 9 años, le costaba mucho estudiar. Desde que comenzaron
con los rincones de lectura y este tipo de cosas está muy entusiasmado con todo lo que ve en los libros y mejoró mucho las
notas en lengua", dijo orgullosa, mientras su hijo buscaba otro libro sobre dinosaurios (ya había leído uno).
En
todos los rincones
"La respuesta que recibimos tanto de los docentes como de los padres y de las instituciones
fue sorprendente", dijo a LA NACION la directora ejecutiva de la Fundación Leer, Patricia Mejalelaty, quien relató propuestas
novedosas e inesperadas. Como la que promovió la Biblioteca del Congreso de Buenos Aires, por ejemplo. "Durante dos horas
sacaron mesas a las veredas para invitar a los transeúntes a compartir un momento de lectura", dijo. También en la plaza San
Martín, en Retiro, se reunieron chicos y grandes de todas las edades, como en tantos otros rincones del país.
"Me
gustaría que los chicos siguieran leyendo y no se tuviera que hacer algo especial para que leyeran." La opinión de una niña,
Giselle Lastra, de 9° año de una de las escuelas de Famaillá, resume la intención de los más de 70.000 adultos que colaboraron
en esta maratón en la que no se corre, sino que se lee.
Por Silvina Premat Enviada especial
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/653589
La lectura también reunió a los chicos en la plaza San Martín, en Buenos Aires
"Todos con un libro" fue la consigna que los chicos cumplieron con entusiasmo en la plaza de Famaillá
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